Desde Pets.Travel siempre defendemos la adopción por encima de la compra a la hora de traernos un nuevo amigo peludo a casa. Hoy queremos ir un paso más allá y contarte, en primera persona, por qué deberías adoptar un PPP.
Si bien las razas consideradas potencialmente peligrosas son miradas con recelo por parte de quienes no han tenido contacto directo con ellas, lo cierto es que quienes han tenido la oportunidad de convivir con ellas tienen, en general, una opinión bien diferente. Uno de ellos es Pedro Leal, de YouCan, quien ha querido compartir con nosotros su buenísima experiencia con dos de estas razas: el rottweiler y el pitbull.
JAULA 27
Jaula 27, o mejor dicho Golfo desde el 3 de febrero del 2012. Ése era su nombre cuando yo lo conocí, pero, antes de nada, quiero empezar desde el principio para que podáis entender un poco mejor por qué llegue a adoptar a Golfo.
Hace 20 años, por circunstancias y antes de que saliese la ley de los PPP, decidí comprarme un Rottweiler, una perra 10 en todos los sentidos, fue siempre suelta y sin bozal hasta que salió una ley injusta creada por una alarma social en la que estigmatizaron a varias razas.
Esa perra, Mara, vivió 10 años conmigo (es una lástima que vivan tan poco los perros) y me dejó marcado, muy marcado su ausencia. Así fue que durante un año no quise ver, ni mucho menos tener, otro perro en mi vida.
Pero, como está comprobado, si amas a los animales, no podía ser el último. Empecé a verme preparado para tener otro perro, la casa estaba muy vacía y mi rutina diaria se estaba volviendo demasiado tranquila (trabajo, casa, casa, trabajo…) así que empecé a buscar por Internet hace 9 años. Ya estaba más en auge lo de poder adoptar un perro y tenía clara una cosa, quería que fuese un pitbull.
¿Por qué? Porque durante 10 años no tuve ni un solo problema con mi Mara y quería comprobar si los pitbulls eran tan malos como decían las noticias o tan buenos como decían los propietarios que tenían uno en sus vidas. Buscando y buscando llegué hasta Jaula 27. Esta foto fue la que me cautivó, lo fui siguiendo por si salía adoptante, nadie se decidía y yo no me sentía preparado. Hasta que un día le habían puesto fecha de sacrificio.
En la perrera donde estaba cuando pasa un tiempo, por normativa, sacrifican perros. Por suerte cada vez estamos más cerca del sacrificio cero, y decidí que a este perro no lo sacrificaban y así empezó un largo proceso de adopción ya que era de fuera de mi ciudad. ¿Qué decir? Como con cualquier perro adoptado o comprado, los inicios no fueron fáciles pero no por el carácter del perro, que era espectacular, sino porque aún no estaba preparado. Pero si algo tenía claro es que no lo iba a abandonar otra vez y empecé a hacer cursos de adiestramiento por gusto de hacer cosas con él.
Tenía que conseguir que en vez de empezar a ser una carga, fuera una motivación en mi vida. De ese modo, empezamos a salir en bicicleta todos los días. Acabábamos siempre en un parque donde entrenábamos un poco de obediencia. Me fue gustando más y más lo de hacer cosas con mi perro hasta que hice la formación de adiestrador profesional y en la que me he especializado en modificación de conducta y comportamiento canino.
Es la forma que he elegido para la lucha contra el maltrato y el abandono, poder ayudar a propietarios y perros a convivir de un modo más amable y que nadie se vea empujado a abandonar a un perro por problemas de conducta. A día de hoy y 7 años después, no me arrepiento ni un solo día de haber adoptado a Golfo. Es pilar fundamental en mi trabajo (ahora me dedico al mundo del perro por completo). Es un perro estable, con carácter, sociable con personas y con niños, con perros evita siempre la pelea, aunque eso no quita a que, si alguien viene de malas, él va a sacar toda su fuerza. Pero, como siempre digo a mis amigos y clientes, si uno de mis perros se pelea no ha sido por culpa de mi perro, ha sido por mi culpa porque no he sabido ver la situación en la que estaban metidos. Al fin y al cabo, son animales, sociales, pero animales en el fondo, que si no les decimos qué hacer intentarán solucionar los problemas a base de instintos: o huyen o atacan.
Sí, he dicho “mis perros” porque ahora tengo 4: un border collie, Max, también adoptado; un malinois, Anubis, comprado, ya que buscaba una buena selección para poder competir, y la última incorporación, Runa, una labradora. Todos venían con problemas, pero los puedo dejar solos en cualquier parte sin miedo a que ocurra nada.
Golfo, que es el protagonista de esta historia, no llegó en buen momento, pero supo aguantar a un dueño que no estaba al 100 por 100. No me arrepentiré nunca de haber vuelto a tener un PPP. Una parte es cómo es el perro, pero otra muy importante es cómo lo eduques y creo que he hecho un buen trabajo, sobre todo gracias a él que me lo ha puesto siempre muy fácil. Como la gran mayoría de perros, solo hay que escucharlos un poco.
Cuando un perro tiene problemas de conducta, normalmente son ocasionados por una mala educación, no porque sea un PPP. Antes de que la situación se vuelva insostenible, busca ayuda de un profesional, será todo mucho más rápido y fácil. Pero huye de los profesionales que hacen las cosas a la fuerza y haciendo daño al perro con determinadas herramientas.
Si estás buscando un perro con quien compartir tu vida, buscas una devoción, un compañero de juegos incansable, con quien hacer deporte y todo lo que desees, no lo dudes, un pitbull es un compañero ideal. O los mal llamados PPP, que lo único que tienen de cierto es la potencia. Por eso es un perro muy activo, si lo que quieres es sacarlo a pasear 15 minutos por la mañana y por la tarde, no es recomendable ni este tipo de perros ni ningún otro.
Dales una oportunidad a los PPP, te lo agradecerán de por vida.
Fotos y texto: Pedro Leal, YouCan